El cáncer de mama: Retos pendientes y una reflexión visual sobre su impacto en la mujer

El mes de octubre se suele asociar a los colores del cambio de estación, y todo se llena de tonos marrones, ocres, naranjas… Sin embargo, hay un color que destaca por encima de todos: El rosa. Octubre es el Mes de la Prevención contra el Cáncer de Mama.

Cada año muchas personas, no solo mujeres, aunque son las principales afectadas, sino también hombres, reciben el estremecedor diagnóstico de cáncer de mama. De hecho, en 2022, 34.740 personas fueron diagnosticadas de cáncer de mama.

La buena noticia es que, gracias a las investigaciones que se están llevando a cabo, a la prevención y a la detección precoz, la mortalidad por esta enfermedad ha disminuido significativamente: según los datos de la Asociación Española Contra el Cáncer, en los últimos años se ha logrado aumentar hasta el 85% la supervivencia media del cáncer de mama a 5 años.

Sin embargo, todavía queda camino por recorrer, tanto en investigación para encontrar nuevos fármacos o tratamientos, como en el conocimiento de los orígenes de la enfermedad y las causas del desarrollo de la metástasis, así como en la concienciación social del impacto físico y emocional que tiene.

En este sentido, en Pasqual Arnella, como cada año, buscamos una forma de colaborar en esta concienciación social, no solo respecto al cáncer de mama, sino en general a los derechos de las mujeres. En esta ocasión hemos participado en la exposición «¡AQUÍ ESTAMOS! Las mujeres en el diseño, 1900 – hoy», que organiza el Disseny Hub de Barcelona.

La exposición muestra una selección de objetos creados por mujeres en diferentes ámbitos del diseño y que han quedado en gran medida ocultas, desde el mueble, el interiorismo, el diseño gráfico y la iluminación hasta el textil, la cerámica y la joyería. Pero, además, expone las historias que hay detrás de muchos de esos diseños, como cuando Le Corbusier dijo a la diseñadora Charlotte Perriand «aquí no bordamos cojines» cuando ella le pidió trabajo. Al cabo de un mes, Le Corbusier entró en un bar que había diseñado Perriand y quedó fascinado por su trabajo.